sábado, 17 de diciembre de 2011

El gobierno deberá empezar a actuar

Al parecer se le acaba la luna de miel al Gobierno por lo que deberán empezar a actuar. Análisis de lo que se viene en el país rioplatense.
Cuando el ex presidente Néstor Kirchner falleció hace poco más de un año, su sucesora y esposa, Cristina Fernández de Kirchner “parecía haber perdido no sólo a su marido y compañero político sino también su poder y las ganas de tenerlo”, escribió The Economist. Sin embargo, los críticos la subestimaron demasiado rápido. Fernández, electa por primera vez en 2007, en 23 de octubre obtuvo su reelección con una ventaja que superó tres veces la cantidad de votos de su más cercano rival.
Su éxito se debe en parte al talento pero también a “golpes extraordinarios de suerte”: Kirchner y Fernández tomaron el poder luego de que Argentina devaluara y se declarara en default en 2001, y justo en un momento en que los precios de los commodities agrícolas estaban levantando vuelo. Tener el mando durante un boom económico fuerte luego de tal traumático evento aseguró su popularidad.
“Desafortunadamente, los próximos cuatro años no van a ser tan placenteros”, dice Walter Molano de BCP Securities. Las condiciones favorables que propulsaron el crecimiento acelerado –incluidos los enormes subsidios estatales, las políticas monetarias poco rígidas, el gran volumen de exportaciones e importantes aumentos salariales- no pueden continuar infinitamente. Se necesitará una devaluación de la moneda para recuperar la competitividad luego de varios años de una inflación de entre 20% y 25% (las estadísticas oficiales dan una cifra mucho menor, pero nadie las cree). Los argentinos ya están moviendo sus activos a divisas estables para prepararse para eso y el peso está bajo presión.
El banco central ya ha gastado cerca de US$ 4 mil millones para defender el tipo de cambio, dice Capital Economics. Ahora, la primera medida de Fernández, tras la reelección, ha sido obligar a las empresas mineras y petroleras a traer los ingresos de vuelta al país. Estas medidas “demuestran cierta desesperación”. Parecería estar claro que Argentina va a atravesar una crisis monetaria y una recesión en algún momento durante el nuevo mandato de Fernández.
La única buena noticia, dice Molano, es el nivel de deuda del consumo: el crédito bancario para el sector privado representa sólo 16% del PBI. Por ende, no debería haber problemas en el sector financiero. Las acciones de los bancos, junto con el mercado inmobiliario, “están muy baratas”, con balances generales fuertes y mucha rentabilidad, dice Javier Kulesz, de UBS. Así que, aquellos aventureros que van en contra de la corriente deberían seguir de cerca las oportunidades de compra de acciones como las de Banco Macro (BMA), el banco privado con mayor participación de capitales nacionales, a medida que el boom desaparece.

viernes, 22 de abril de 2011

El país, rumbo a una colisión

El país, rumbo a una colisión :

Se van a cumplir, próximamente, ocho años desde el comienzo del gobierno de Néstor Kirchner Y la Presidenta completará en diciembre sus primeros cuatro años constitucionales, con opción a cuatro más, cuya concreción, depende de la voluntad de la ciudadanía. Y como, más allá de los detalles, el contenido de las políticas gubernamentales no ha variado en este octenio, es menester mirar de cerca lo presente para atisbar las condiciones de nuestra vida pública hasta 2015.
No es funcional -ni serio- hacer el balance de un gobierno en un artículo periodístico, pero el tiempo y la invariancia de las políticas aplicadas obligan a preguntarse si, en sus grandes líneas, la doctrina gubernamental puede ser proyectada hacia adelante.
Al margen de los aciertos o desaciertos de la acción pública, lo primero que salta a la vista es que las condiciones internacionales que arroparon los ocho años pasados están cambiando. El ciclo bastante largo de precios favorables de nuestras principales exportaciones y tasas de interés bajas en los mercados financieros se está agotando.
La crisis financiera mundial que empezó en 2008 y pareció tener su punto más bajo en 2009, se transforma paso a paso en una crisis económica de más largo aliento. Y esto impacta en aspectos sensibles de nuestra economía. Los tres principales polos de la dinámica económica mundial están bajando su ritmo y eso debe impactar, con el retraso que siempre tienen los hechos económicos, en la bonanza de nuestros mercados de exportación. Europa, Estados Unidos y China reducen el paso y se esfuerzan por sostener o mejorar sus resultados en el comercio, lo que implicará menores compras y, de ser posible, mayores ventas de esos poderosos agentes. Las noticias de "ajustes" de distintos contenidos e intensidades que nos llegan de esos tres conglomerados no nos deben dejar insensibles. Los duros planes de austeridad que se generalizan en Europa, la decisión china de controlar su crecimiento y la guerra contra el déficit que nos anuncian desde Washington se proyectan sobre dos variables: los precios de las commodities y las tasas de interés.
No todas las commodities se comportarán de la misma manera en un período de restricciones, porque los alimentos tienen una demanda difícil de reducir, pero llamarán a nuevos oferentes que compitan con nosotros. En las materias y los productos primarios destinados a la industria, la restricción puede ser más rápida y más brusca, porque se están achicando las inversiones en el mundo. El superávit comercial argentino depende mucho de los productos para la alimentación, pero también tenemos un 15% de nuestras exportaciones compuestas por commodities con destino industrial: minerales, acero, aluminio, productos químicos.
Al mismo tiempo, los países centrales empiezan a retocar las tasas de interés hacia arriba, como ya lo ha hecho Europa y lo está sugiriendo Estados Unidos. Si este movimiento se generaliza, los capitales especulativos que puedan estar sosteniendo los mercados de materias primas elegirán, probablemente, otras colocaciones, lo que acentuará la depreciación de lo que exportamos.
Todo esto puede sucedernos después de ocho años de una bonanza que nos ha favorecido en el ingreso de divisas y en el ingreso de impuestos, de donde resultaron los ya célebres "superávits gemelos" del kirchnerismo: el del sector externo y el de las cuentas fiscales. La pregunta es si hemos usado esos ocho años para prepararnos para tiempos menos clementes, como los que se anuncian en el horizonte.
El Estado rico de estos ocho años de kirchnerismo no parece haber previsto la desmejora, sino todo lo contrario. El gran crecimiento del volumen de exportaciones no se acompañó de inversiones públicas que -mediante la siempre cacareada y nunca realizada mejora de los ferrocarriles- impidieran los 35 kilómetros de colas de camiones granarios que esperan hoy en el acceso al puerto de Rosario. Esa serpiente de camiones es un gigantesco derroche de recursos humanos, capital, tiempo y energía, que van a parar a los costos de nuestras exportaciones y que no están preparados para las bajas de precios.
El fortísimo impulso al consumo interno tampoco se ha acompañado de inversiones adecuadas: la mayor demanda de energía la cubrimos principalmente con materiales importados que pesan cada vez más en nuestras compras al exterior, y los requerimientos de transporte se han desviado al tránsito automotor, especialista en quemar petróleo y gas con una gran ineficiencia. Esto, por mentar algunos casos manifiestos.
¿Qué ha pasado? El Gobierno ha usado la bonanza para resolver problemas urgentes de indigencia y pobreza, lo que es muy bienvenido, pero también para mantener una sensación de prosperidad que depende de esa coyuntura internacional favorable. O sea, ha utilizado los recursos para alegrías de corto plazo, sin preocuparse por esfuerzos de largo plazo. Este es, en definitiva, el rasgo distintivo del populismo: vivir bien el presente y ganarse la voluntad popular con eso, al precio de sacrificar el futuro.
El primer modelo de populismo a gran escala lo aplicó el presidente Perón en su primero y segundo mandato. Con los gigantescos recursos acumulados durante la Segunda Guerra Mundial, financió no sólo políticas sociales necesarias sino también un clima de bonanza que la producción nacional no acompañaba. No sólo se usaron esos recursos del pasado, sino que se echó mano a los recursos del futuro utilizando los fuertes saldos que se acumulaban en las recién creadas cajas de jubilaciones. Cuando esos recursos se agotaron en políticas de corto plazo, la dura realidad se hizo presente, como lo alcanzó a advertir Perón mismo en sus últimos años de gestión.
Cuando Juan Perón accedió a su tercera presidencia, en 1973, su gente ya estaba aplicando otro modelo populista que controlaba los precios e impulsaba los salarios sin segundo mandato. Con los gigantescos recursos acumulados durante la Segunda Guerra Mundial, financió no sólo políticas sociales necesarias sino también un clima de bonanza que la producción nacional no acompañaba. No sólo se usaron esos recursos del pasado, sino que se echó mano a los recursos del futuro utilizando los fuertes saldos que se acumulaban en las recién creadas cajas de jubilaciones. Cuando esos recursos se agotaron en políticas de corto plazo, la dura realidad se hizo presente, como lo alcanzó a advertir Perón mismo en sus últimos años de gestión.
Cuando Juan Perón accedió a su tercera presidencia, en 1973, su gente ya estaba aplicando otro modelo populista que controlaba los precios e impulsaba los salarios sin aumentos correspondientes de productividad e inversiones. Esta etapa fue breve y se pulverizó en la presidencia de su esposa, Isabel Martínez, cuando el ministro Celestino Rodrigo impuso un ajuste salvaje, en 1975.
Con el mismo modelo cortoplacista procedió el gobierno de Videla y su ministro Martínez de Hoz a partir de 1976, legendario tiempo de la "plata dulce" y el "deme dos", que nos hizo vivir en una ficción de prosperidad inmediata mientras se acumulaban desgracias para el futuro. En esta aplicación del modelo se usaron recursos de largo plazo, consistentes en endeudar gravemente al país en los mercados internacionales, que heredaría, como un corsé de hierro, la democracia de 1983.
En 1991, el gobierno de Menem y Cavallo eligió la misma estrategia para mantener la ficción de riqueza colectiva cuando los frutos de las necesarias privatizaciones empezaron a agotarse. Entonces, decididos a mantenernos en el "uno a uno" que nos estaría llevando al "Primer Mundo", nuestros gobernantes tomaron otra vez el camino del endeudamiento, mientras la política misma que aplicaban carcomía nuestro comercio exterior. Con el modelo populista de ese gobierno desembarcamos en el gran descalabro que culminó en 2001, del cual nos hemos recuperado con tantos padecimientos.
Puede suponerse que en esos grandes descalabros de la segunda mitad del siglo pasado se ahogó la posibilidad de consolidar nuestro desarrollo, lo que tantas veces nos impulsa al desaliento por la presunta "decadencia". Los gigantescos recursos del primer Perón y los que se obtuvieron por el endeudamiento de Videla-Martínez de Hoz y Menem-Cavallo se dirigieron a financiar prosperidades inmediatas en busca de la popularidad política, sin explicar la enorme hipoteca que se contraía.
El populismo de los ocho años kirchneristas no está básicamente financiado con recursos del pasado o del futuro, como en los casos anteriores, aunque sí ha extremado la utilización de la capacidad instalada sin garantizar su renovación y crecimiento.
Los fondos de este octenio son del presente, debidos a una coyuntura internacional excepcional y a la capacidad de respuesta de la producción argentina. Pero tampoco se han usado esos recursos excepcionales para garantizar el futuro. De modo que cualquier inflexión en la bonanza internacional presente nos colocará en una situación de escasez incompatible con el nivel de consumo al que nuestra gente se ha acostumbrado en este tiempo. Igual que en los otros modelos populistas. Y otra vez habremos vuelto a enterrar las posibilidades y los recursos para el desarrollo.
La colisión probable se presentará en un futuro cercano, a medida que la coyuntura internacional cambie. Claro que al gobierno actual o el que se inicie a fin de este año le quedará aun el temible recurso de volver a aumentar nuestro endeudamiento externo para mantener la ficción de alegría. ¡Y ya sabemos de qué se trata!

jueves, 24 de marzo de 2011

NUEVA MISION TECNICA DEL FMI EN ARGENTINA

Buscará avanzar en un diagnóstico sobre el cuestionado índice de inflación del Indec; se trata de la segunda visita que realizan como parte de un programa de "asesoramiento"

WASHINGTON.- El Fondo Monetario Internacional (FMI) enviará una nueva misión técnica a nuestro país dentro de dos semanas para avanzar en el diagnóstico sobre el cuestionado índice de inflación en la Argentina.
Los técnicos llegarán el 4 de abril y permanecerán hasta el 11, en lo que constituye la segunda visita que realizan como parte de un programa de "asesoramiento técnico".
La información fue confirmada por el responsable para América latina del organismo, Nicolás Eyzaguirre.
"El personal (del FMI) planea entregar un informe a las autoridades que incluirá recomendaciones específicas en lo que concierne al diseño y la metodología para desarrollar un nuevo IPC nacional", explicó el directivo en un comunicado.
La segunda vuelta de la misión técnica había sido anticipada por La Nación hace quince días, luego de verificarse en esta ciudad la concreción de pasos por parte de nuestro país para destrabar la nueva visita.
La colaboración del FMI es vista aquí como paso para reconstruir las relaciones con el gobierno argentino, que reprocha a la institución responsabilidad y culpa por el estallido de la crisis de 2001 en nuestro país

C.D. para Caipyme (inf. tomada de distintos sitios de internet)